Las caras que habitan el sillón.
Tiene el amor muchas caras.
La tuya, la de ella, la de mi mujer.
La cara de la vecina atolondrada.
La alcaldesa tiene cara de enamorada
Sale el vocero con cara desvelada.
A golpe de tambor y cornetín.
Anuncia que las caras nuevas,
de amores primaverales, están liberadas.
Va el amor en busca de caras vírgenes.
Por los canales de Venecia, es Carnaval.
Los cuerpos trenzados arrojan al agua
reflejos de suspiros, la niebla esta presente,
alcahueta de lujo.
Sale el cazador, arco y flechas, son sus armas,
depredador de caras de porcelana.
Su corazón esta preso en un espejo.
Pobre cazador, no tiene cara para el amor.
En ese malecón, veo caras desoladas.
Caras de ébano y de manzana.
Caras de sonrisas fingidas.
Las dos caras de una moneda machacada.
Habitan en los tejados bohemio,
duendes de jardines vecinos.
Son ladrones con máscara,
de un diario de pueblo.
Hablan, murmuran por ti, por mí, de todos,
andan amarrando los hilos que borda,
de rostros cotidianos.
Me quedo dormido en el sillón,
rodeado de caras borrosas.
Me viene del corazón,
una cara de la infancia.
Inocencia bruta, verdad absoluta,
la cara de mi amada.
Uribazo.
Septiembre de 2003 / 04