La leyenda.

Un rayo pasó de largo,
iluminando nuestros cuerpos.
Temeroso del final, quedamos
abrazado para no olvidarnos.
Nuestro sudor, como
manantial de ternura,
humedeció la tierra.
Creando estrellas de barro
y flores de pidra china.
Gritos y gemidos,
germinaron en el eco del misterio,
alla, en lo último del olvido.

La luna como testigo
nos minaba con ternura,
su piel, tu piel,
espejo de mi ausencia,
abrigo con celo mi cuerpo.
Pequeños rayos sedientos
nacieron de mi aliento.
Sueño traidor,
prisionero de lo eterno.
De nuestra huella,

nacieron cuentos y leyendas,
cantadas de boca en boca.
Como dardo de cristal,
se clavaron en la historia.

Tus manos,
mis manos,
tu cuerpo,
o el mío.
Atrapaste la luz,
amamantaste el silencio.
Que tranquilidad,
que placer para el sentido.
A tu cuerpo divino, a el,
atado estoy, como un niño.
En este jardin de locos,
encontraron nuestros cuerpo,
hecho musgo y madre selva.
En tu frente una corona
de margaritas silvestre,
en mi pecho un jazmin
de lo que ya no aparecen.
Copyright © 2000-2009 URIBAZO (Carlos R. Uribazo Garrido), Madrid. España.Todos los derechos reservados.

-Son ellos, los del cuento-
Se alzo una voz
-La leyanda es cierta cuando hay amor-
Contesto el eco,
con voz de misterio.

Paso una luz y al jardín,
fueron llegando otros;
nos roderaron,
quedaron abrazado
a nuestro lado.
Un rayo paso,
se detuvo,
miro.
Se estremeció de brillantes
y siguió de largo.
Asi quede grabado,
en la historia de tu piel.


Uribazo
Dic 2003 / Coral Gables.
Mayo 2004.