El condenado.
Camino contra el viento.
Amarrado a sogas de terciopelo.
Son años de amante perdido.
De un pecho, a un seno,
de un labio a una boca hambrienta.
Cubrieron mi cuerpo de azucena muerta,
aceite de olivo y resina de limonero.
A tocar, en el campanario sones de soles magentas.
Envuelto en papeles de traza,
están tus nidos tallados de pasiones.
Hoy me toca a mí, caminar
a lo alto del monte, arrastrando
cadenas de apegos, de sabias de cinturas:
Morena, blanca, amarillas, rojas, negras.
Fustas de temores, llagas de uñas de colores.
El mundo cabe en un bocado pequeño.
Del olvido se sale cabizbajo,
con el cuerpo tiernamente sufrido
con las manos llenas de lo robado.
La pasión tiene boca grande, droga vendita.
Volveré a vuestra cama para ser, yo, tú,
el ser.
Envuelto en rocío de noches, para bañarme
en aguas febriles de historia repetidas.
De los poros como ventosa, quedare prendido, como semillas de oleos vivos.
Por el sendero del éxtasis, niebla de
los amantes,
andaré, lo confieso, no tengo remedio.
Soy carne de condenado.
Atarme una vez más al mismo palo,
y por misericordia, dadme el beso de gracia.
Que por amarte he sido condenado.
Uribazo.
Septiembre del 2003