Dolor de raíz.
Hoy tengo los dedos engarrotado de dolor.
Y las alas cortada, la garganta quebrada,
los ojos rojos, por el llanto prestado.
Se marchito la flor que tanto hemos cuidado.
¿Dónde fue el error?, si todo estaba amarrado.
Nunca comprendí que hacia aquí.
¿O sí?.
Solo el amor de lo nuevo segó mi sentido.
Con amargura floreció el secreto de lo cotidiano,
dejando de amar a uno, para amar a otro en si mismo.
El yo mío interior, fue olvidado en el camino,
quise cultivar el yo externo de lo normal.
Realidad de la vida,
que corta fue las inspiraciones.
Queremos ser inmortal,
luchando contra las verdades,
que como lanzas salen al camino,
con odio provinciano, atado a surcos de ignorancia.
No es tu culpa,
no es la culpa de ella.
Puede ser mía, más no lo bebo.
Es la edad de la que te viste, que nos viste,
con blanco en las entradas, amargura en la salida.
Tropezar con un rebelde nato, es tu mayor error.
Despertar su inconformidad adormecida, es el otro.
Esto se acabo.
Ahogamos en egoísmo una mar de ilusiones.
Estaremos siempre en caminos opuestos,
la verguenza, remendada y vuelta a remendar.
Solo quedan los árboles que sembramos.
A su sombra sentarse, hablar con sus raíces;
son como dedos engarrotados de dolor.
Por el tiempo, con el tiempo, desde ese tiempo.
De estar aferrado a la vida, como marionetas
de una gran mentira.
Que lástima no ser árbol, corteza preñada,
pertenecer a la serie raices.
Fragmentos de felicidades ipotecadas.
Para que la semilla del dolor
no cause lágrimas, ni suspiros.
Para que los recuerdos no duelan,
en esta locura, en esta vejes prematura.
Quijote, si tus pelos siguierán siendo raices, .
Ay, señor, yo me salvaría.
Uribazo.
julio - 2004.