La espera del convivir.

La espera se hace larga, en una a otra eternidad chiflada.
Las huellas de unas uñas doradas son dagas silenciosas,
que penetran en los recuerdos encadenados, son monedas
candentes que giran como planetas arrinconados.
Faroles en eternos apagar, encender de este jardín,
donde escondimos nuestro amor en silvestre flor.
En el armario perpetuo, nuestra culpabilidad
quedo colgada de un perchero de atrezzo.
Con manos quebradas acicala este papel,
de aguas saladas, sus paredes de un blanco,
espumoso dejan alegato de nuestro existir.
De lo no visto, a lo ya visto.

Con esta paloma mensajera sin alas, expulso al aire mi grito.
En el lamento escribo de un grito lo que siento y deseo,
lo que tienes y deseas llegará a ti como rocío mañanero.
A trote limpio sobres las olas con zancada larga de excéntricos,
los saltimbanquis de la aurora, te asaltaran.
Te harán reír, llorar, con brillos de lejanos sabores.
Tus quejidos despertaran a otros moradores de fácil manejo.
Finge me insitas, la hipocresía no es mi fuerte.
Dóblate con las palabras, la política no es mi habitad.
Sonríe de diente, ser diplomático no es mi máscara.
Te quedaras solo, cantaste mientras te desvanecías.

Copyright © 2000-2009 URIBAZO (Carlos R. Uribazo Garrido), Madrid. España.Todos los derechos reservados.

Que difícil es el convivir, de esta espera.
Pero más difícil, es el vivir en la espera.
Hacerse el muerto de turno,
para ver como te entierran.
Hacerse el vivo a tiempo completo,
cobrando a destajo el poco tiempo.
Cuando se esta muerto. Se espera.
Cuando se esta vivo. Se desespera.
Básame silenciosamente, con atención,
Plazo a plazo, sin demora.
Mientras aguardo, tu florecer en el tiempo.

Uribazo.
Septiembre - Noviembre 2005.