Todas las mañanas.

Atravesé el infinito.
Como toda las mañanas.
Pase fronteras de nubes.
Como toda las mañanas.
Paredes de hojas verdes
y ramas mal encaradas.
Como toda las mañanas.
Cercas de espino,
tendederas de ropas,
jardines mal cuidados,
cacas de perros y meaos de gatos.
Como toda las mañanas.
Luche con hormigas locas,
garrapatas saltarinas,
gusanos y otras alimañas.
Como toda las mañanas.

Así, llegue a tomar aliento
en el reposo de tu ventana.
Para encomiarme con gran esfuerzo,
a la tarea de burlar, con celo,
el vidrio centinela de tus secretos.


Lo logre, aunque ya no soy mozo.
Con la habilidad acumulada.

Copyright © 2000-2009 URIBAZO (Carlos R. Uribazo Garrido), Madrid. España.Todos los derechos reservados.

En silencio dulce llegué a tu cama.
Con la paciencia horaria.

Fui del suelo a la sábana,
en el borde de la sabana.

Divise las montañas nevadas de tu silueta.

A ella fui, con minutero y secundario,
escalando, pliegue a dobles.
Segundos a segundos me deslicé,
por la cima de tu silueta dormida.
Como toda las mañanas.

Desde los pies a los muslos.
Como toda las mañanas.
Desde los mulos mire más arriba,
llegué a tus caderas.
Como toda las mañanas.
Tomes aliento en ese bajío,
seguíendo por el sendero blanco,
de tu espalda.
Como toda las mañanas.

Hasta el borde del invierno, llegué.
Como toda las mañanas.
Salte a la primavera de tu piel desnuda.
Como toda las mañanas.

Y a tu cuello tierno, de luz bese.
Como toda las mañanas.
Como rayo mañanero,
Como toda las mañanas.
Me fui desvaneciendo,
triste, contento, por que mañana.
Será otro día.
Como toda las mañanas.
Como todos los días.

Uribazo.
9 de Octrube del 2006.