Una tarde colonial.
Un amplio patio, antes mis ojos replandece,
con un trono de agua fresca, adormece.
Es la hora del reposo dado,
premio de la jornada de sabanas blancas.
Allí detras de la barranca,
canta el gilgero;
anunciando nuestro desenfreno.
Cantaron las margaritas la una ya pasada.
En la sombra adormece mi amada.
Su rroroneo de sabor erotico es una llamada.
Su sonido contagia el ambiente.
La madre selva, las malanguitas
y el galán de noche,
en un herbor sensual deboran las columnas.
Te comtemplo, en esta borrachera de verdor.
Una brisa tenue y silenciosa te despierta.
Tu mirada profunda, seductora me captura.
Camina sobre la alfombra de musgo y piedra.
Tu salla de algodon suena a cascabeles.
Atras de ese sonido voy como un gato,
ambriento de caricias.
Son las cinco ya pasada.
Y yo me deliso,
entre tus piernas y las sábanas.
Ante mis ojos replandece tu cuerpo.
Las moquiteras complice,
cae como agua de cascada.
Atras queda el patio
y a los lejos la sabana.
Uribazo.
13-Enero-2009.
Coral Gables.