Un clavo saca otro clavo.
Donde estarás, donde estás.
Aquella que conocía.
Aquella, de la plaza de la Catedral.
Aquella que me odiaba por mis ausencias.
Aquella la que me ama por dentro,
la que me odia en verbo por fuera.
Aquella del reencuentro.
El camino fue largo y amargo bajos los monsones.
Cortaste por los senderos no deseados,
donde el polvo amargo endurecen los corazones,
y los ojos pierde sus canciones.
¿Que tu piel no retiene la humedad de
antaño?
Eso lo sé.
Que nuestro vigor no acompaña a nuestros deseos.
Eso también lo sé.
Lo que tú no sabes es:
Que el cuerpo muere, cuando el amor,
se ha marchitados por dentro,
con la violencia del miedo.
Que el conformismo y la cotiniedad te encarcela.
Que un día no vivido contigo;
es un pétalo de amargura en nuestros labios.
Que somos pasajero del último vagón,
en este tren sin conductor, camino al abismo.
Que los reproches son ataduras de espinas.
Que yo soy, por dentro igual,
aunque por fuera sea desigual.
Que tu venganza es tu calvario.
Que tu castigo es ignorarte.
Que la verdad no se puede tapar con un dedo.
Que tú para mí eres un clavo,
por mucho sol que quieras disimular.
¿O es que todavía, después
de tanto tiempo,
no te as dado cuenta, que todo mal,
tiene su remedio?.
Yo me quedo aquí plantáo;
con el orgulloso sonido de un ranchera,
como respuesta: El Rey.
Uribazo.
8-28-2008.
Coral Gables.